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Foto del escritorAna María Nájera

EL VALOR DE CELEBRAR

¿Te has preguntado por qué sería importante promover el valor de celebrar? Una celebración expresa una alegría que se comparte, acompañar, hacerse presente con empatía en la dicha, en los logros, los buenos y valiosos recuerdos. Ciertamente, cuando el tiempo que transcurre parece obscuro y detona preocupaciones, pareciera poco probable tener algo que conmemorar. Y es aquí donde empieza la hermosa tarea. Dar un significado nuevo, o renovado, a una época que está resultando un parteaguas en la historia. Si en este momento te detuvieras a agradecer tres o más aspectos de tu vida ¿qué sería?

Durante el mes de diciembre solemos celebrar la esperanza, nos conectamos regularmente en la confianza de que atrás quedarán los momentos desagradables o difíciles. Cierto es que hay a quienes estas fechas no les resultan gratas y que quizá ante el panorama presente ni siquiera tenga sentido. Sin embargo, a nuestra mente y a nuestra salud física les va muy bien vestirnos con nuestro mejor traje que es una sonrisa en el rostro, escuchar y sentir lo que más alegra nuestro ánimo y acumular una lista de motivos para agradecer y compartir, con nuevos símbolos y valiosos significados.


La palabra Navidad procede del latín nativitas, nativatis, que significa nacimiento. Simbólicamente ¿qué te gustaría ver nacer en ti? Imagina que tenemos la oportunidad de resignificar, esto es; dar un nuevo significado a este tiempo o renovarnos en aquello que sentimos que es mejor para nuestra vida interior. La alegría, el amor, la paz son importantes para nuestro bienestar.


Han transcurrido diez meses de grandes desafíos y esto no termina … Y si bien pensar positivo y manejar el mayor de los entusiasmos no garantiza un éxito rotundo y rápido y que lograremos todo lo que nos propongamos sin obstáculos, los pensamientos negativos sí nos garantizan malestar, dolor y fracaso ¿Qué has aprendido hasta ahora con esta presente situación? Tu resiliencia y tus valores ¿te han mostrado la grandeza de tu espíritu? ¿te has empoderado con tus pérdidas? ¿has podido avanzar en medio de los obstáculos?


¿Te has permitido sanar, integrar o dejar ir? Creo que si nos damos un tiempo para reflexionar con profundidad podemos celebrar que hemos crecido como personas, que somos más conscientes de quiénes somos, de lo que sí queremos y de lo que no. Probablemente te pusiste metas y las estás concluyendo o ves con orgullo que alguien querido las ha obtenido. Quizá es tiempo de plantearnos un propósito más alcanzable, más nuestro y sin esperar solo cumplir lo que otros nos han impuesto.


El valor de celebrar de una forma alegre, agradecida, pensando, sintiendo, creando con libertad, con un sentimiento de prosperidad o con un espíritu sereno creo que es una maravillosa oportunidad y bien merecida. Compartir dentro de interacciones humanas más libres y plenas aligera los días.


Me atrevo a pensar, y lo comparto contigo, quizá la vida nos está dando el regalo de resignificar la temporada decembrina; más sencillos, más cerca de nuestros afectos profundos e importantes, más con nosotros mismos, evocando con gratitud a quienes ya no están ahora con nosotros y que, sin embargo, permanecen en nuestro corazón, reconociendo que reclamar desgasta, agota y no resuelve, dejar de ver lo que no funciona y no nos gusta para dar paso a mirar con otro enfoque y ver lo que resulta valioso, grato, sin importar si es intermitente y apenas visible ante nuestros ojos.


El filósofo parisino, André Comte-Sponville, ha expresado que vivir según pensamos es filosofar, que cuanto más conocemos y somos conscientes de lo que nos rodea al saber, pensar y aceptar que nuestra realidad es lo que tenemos aquí y ahora ¡mejor vivimos! que ser felices consiste en amar los pequeños momentos de la vida.


La vida es un regalo, vamos a envolverla de la mejor forma. Leí recientemente algo así “vivir con promesa, amar con pasión, reír con placer”. El mismo Comte-Sponville dice que “uno es feliz si está contento de vivir, incluso en momentos de tristeza o angustia, que la verdadera felicidad es el amor a la vida, y esto incluye los momentos desagradables. Lo sabio es amar la vida y no simplemente la felicidad, porque quien ama la felicidad solo amará la vida en los momentos de alegría”.


Que en este tiempo permitas celebrarte, celebrar y compartir, nada es para siempre, veremos que esto pasará, tomemos lo que más enriquezca nuestro espíritu y aliente nuestro corazón, compartamos armonía y confianza y desde esa entrega edifiquemos paz.


¡Bienaventurada Navidad para ti y tus seres queridos!


¡Hasta muy pronto!

Ana María Nájera

Compartiendo e impulsando transiciones

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